La definición de la "pareja perfecta" que nos ha mostrado hollywood y disney con sus películas (sin dejar de nombrar las telenovelas latinoamericanas) están tan lejos de la realidad que me impresiona como aún somos capaces de pensar que ese príncipe azul, de capa ondeando al viento, llegará cabalgando a nuestra puerta con el caballo haciendo papel de "burrito de carga" lleno de flores, chocolates y otros detalles.
Los hombres tienen muchas definiciones de la mujer perfecta y una, de las tantas que he escuchado, es aquella que no los este atormentando todo el tiempo, aquella a la que la menstruación no le cambie el estado de ánimo, que esté dispuesta a complacerle y no le salga con excusas, que sea simpática todo el tiempo, que no le forme rollos por la más pequeña cosa, que se preocupe más por sus interéses y pare de contar.
Para romper de una vez por todas esas cadenas que nos atan a una ilusión, lo primero que tenemos que hacer es reconocer que NINGUNA FAMILIA ES FUNCIONAL (dicho inclusive por la mismísima Dra. Nancy Alvarez a quien admiro y respeto mucho), esto significa que la familia de donde provenimos lo más seguro es que haya tenido algún tipo de problema, ya sea violencia física o verbal, falta de autoridad por alguno de los padres, sobreprotección, padres con problemas de adicción a drogas o alcohol, abuso sexual... En sí un entorno familiar turbio que sin darnos cuenta, durante nuestra niñez y adolescencia, nos fueron forjando a lo que somos hoy en día y que dichas conductas se manifiestan en todas nuestras relaciones personales y más cuando decidimos iniciar una relación de pareja.
En muchos casos las personas víctimas de esos tipos de entornos se vuelven agresivas, posesivas, mentirosas, dramáticas, controladoras. Sin saber el por qué, se preguntan constantemente qué están haciendo mal y por qué su entorno los mira en muchos casos con ira o desaprobación ante cualquier situación. Dentro de las relaciones de pareja tendemos a copiar el modelo de relación que tuvieron nuestros padres (por increíble que parezca) y solo esta en nosotros mismos decidir si queremos repetirlo o no reconociendo nuestros propios defectos y teniendo la voluntad de trabajar en ellos.
Como de costumbre, solemos ver los defectos de los demás pero no los de nosotros mismos. Debemos confiar en el criterio de la persona a quien tenemos a nuestro lado, que si de verdad quiere lo mejor para nosotros, sus críticas y observaciones nos guiarán por un camino de superación a todos nuestros problemas contando, por supuesto, con profesionales en la materia que ayudarán a trabajar todas aquellas carencias afectivas, relaciones conflictivas, resentimientos o ira reprimida que tuvimos en su momento o aun tenemos con nuestros progenitores.
Reconozcamos nuestros defectos, los de nuestra pareja y juntos trabajemos por ellos en una terapia dictada por un profesional. La experiencia es gratificante puesto que las relaciones mejoran en gran medida.
Un abrazo grande.
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